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"El desafío es humanizar la tecnología: entrevista a Sofía Landi "
Mg. Andrea Manjón

En el mundo de la salud digital, la Dra. Sofía Landi es una referente que ha transitado un camino singular. Médica pediatra de formación, su interés por la tecnología la llevó a especializarse en Informática en Salud, desempeñándose en distintos ámbitos tanto en Argentina como en Uruguay, donde reside actualmente, desde la implementación de sistemas en hospitales hasta la docencia. En esta entrevista, nos cuenta su experiencia, los desafíos de la digitalización en salud y la importancia de no perder de vista el factor humano en la tecnología.

 

Innova Salud Digital: Sofía, comenzaste tu carrera en la pediatría. ¿Cómo surgieron tus primeros pasos en la Informática en Salud?

Sofía Landi: Hice mi residencia en Pediatría en el Hospital Británico de Buenos Aires y, al finalizarla, surgió la necesidad de digitalizar la capa clínica en el hospital, donde ya trabajaba como pediatra. Hasta ese momento, la historia clínica era completamente en papel, así que fue un proyecto muy grande. Me invitaron a sumarme al equipo como capacitadora, y fue entonces cuando empecé a interesarme por la Informática en Salud. Inicialmente, hice un curso breve en el Hospital Italiano para ver si realmente me gustaba. Me entusiasmó y, a partir de ahí, decidí hacer la Maestría en Informática en Salud.

 

¿En qué momento comenzaste a aplicar este conocimiento en el ámbito laboral?

Mientras cursaba la maestría, comencé a desempeñar un rol relacionado con la informática en salud, incluso antes de contar con la especialización formal. Al principio formaba parte del equipo de Informática en Salud del Hospital Británico y, con el tiempo, terminé a cargo del área, hasta que me mudé a Uruguay.

 

¿Cómo fue esa transición a Uruguay? ¿Seguiste trabajando en Informática en Salud?

Sí, seguí trabajando en Informática en Salud, ya dedicada al 100% a esta especialidad, habiendo dejado la atención asistencial como pediatra. La maestría la finalicé un año antes de mudarme y, en ese momento, ya era jefa del área de Informática en Salud en el Hospital Británico. Durante un tiempo continué colaborando de forma remota con el hospital, y luego, por cuestiones personales, comencé a buscar nuevas oportunidades en Uruguay.

Una vez radicada aquí, participé en distintos proyectos, entre los cuales se destacó el del CIIPS (Centro de Implementación e Innovación de Políticas de Salud), donde abordé la Informática en Salud desde la perspectiva de las políticas públicas, algo que no había hecho antes. Incluso lideré un proyecto de legislación para una ley de telemedicina en un país de la región, lo que me permitió aprender sobre marcos normativos y aspectos legales.

Actualmente, desempeño mi rol como médica informática en una empresa prestadora de servicios de salud llamada SUMMUM.

 

También estás involucrada en la docencia, ¿cómo es esa experiencia?

Comencé dando algunas charlas en cursos y universidades en Argentina, pero di un paso más cuando creamos el curso de Salud Digital, que luego evolucionó en el Programa HealthTech de la Universidad de Montevideo. Ya llevamos dos ediciones y está dirigido a un público amplio, no solo del ámbito asistencial o técnico.

La idea es ofrecer una mirada general sobre la salud digital para despertar el interés y que luego los participantes puedan profundizar en los temas que más les resuenen. Lo más enriquecedor de esta experiencia es el intercambio con estudiantes de perfiles muy diversos: médicos, ingenieros, gestores, emprendedores. Esa variedad genera discusiones muy valiosas y demuestra cómo la tecnología en salud es un campo transversal y en constante evolución.

 

Mencionaste la importancia del factor humano en la tecnología, ¿cómo equilibrar la digitalización con la esencia de la medicina?

La tecnología tiene un enorme potencial para mejorar la atención en salud, pero no puede reemplazar el vínculo humano que es esencial práctica médica. La medicina es contacto, comunicación, empatía. No todo puede ser inmediato o digitalizado.

A veces, la digitalización avanza más rápido que la capacidad del sistema para adaptarse. Todavía hay pacientes que reciben resultados en papel o instituciones cuyos sistemas de historia clínica no se comunican entre sí. La falta de interoperabilidad genera contradicciones y obstáculos reales en la atención.

Además, la inmediatez que muchas veces se espera, como ver resultados apenas están disponibles, puede generar ansiedad si el paciente accede a información médica antes de que su profesional pueda explicarla. Ese es un punto sensible que no hay que perder de vista.

Al momento de implementar tecnologías, es clave revisar los procesos: entender cómo se trabaja, para qué se hace cada cosa y cómo puede mejorarse sin perder de vista a las personas involucradas. Automatizar por automatizar no tiene sentido si no se parte de una mirada crítica sobre lo que se quiere transformar.

 

¿Este enfoque lo incorporás en los cursos que das?

Depende de cada docente, pero en mi caso siempre intento transmitirlo. Muchas veces se digitaliza por digitalizar, sin detenerse a pensar en el "para qué" de cada tecnología. La parte técnica se puede aprender, pero entender el contexto, revisar los procesos y acompañar el cambio cultural es fundamental.

Si los usuarios no están convencidos de que una herramienta será realmente útil, simplemente no va a funcionar. Por eso, más allá de enseñar contenidos técnicos, me interesa que los estudiantes reflexionen sobre cómo integrar la tecnología de forma consciente y con propósito.

Además, creo que estos temas deberían estar presentes en la educación médica desde etapas tempranas. No todos los médicos tienen que saber escribir requerimientos funcionales, pero sí deberían comprender cómo funcionan los sistemas y cuál es su impacto en la práctica clínica.

 

¿Cómo fue tu experiencia cursando la maestría mientras trabajabas?

Muy positiva. Sentí que podía aplicar muchos de los contenidos en tiempo real, casi como si fuera una residencia, lo que hizo que el aprendizaje tuviera un impacto directo en mi trabajo. No todo lo que estudiaba podía aplicarlo de inmediato, pero me dio una base sólida para seguir creciendo en el área.

La cursé durante la pandemia, por lo que fue 100% virtual. Si bien esa modalidad tuvo la limitación de no generar encuentros presenciales, que siempre enriquecen el intercambio, fue muy conveniente para poder compatibilizar con mi vida laboral y personal.

 

Finalmente, ¿cuál consideras que es el mayor desafío en la salud digital hoy?

Adaptarse al ritmo acelerado de los cambios tecnológicos sin perder de vista el objetivo. Es fácil dejarse llevar por las tendencias, pero siempre tenemos que preguntarnos: “¿Para qué hacemos esto?”.

En el ámbito educativo, uno de los desafíos es entender qué tipo de formación busca la gente hoy. Hay una clara tendencia hacia propuestas breves, prácticas y aplicables, pero también es importante lograr que los conceptos fundamentales no queden obsoletos rápidamente.

La clave está en combinar lo técnico con lo humano, sin dejar de lado la mirada crítica y el propósito detrás de cada implementación. La tecnología no es un fin en sí misma, sino una herramienta poderosa que, bien utilizada, puede contribuir a mejorar la calidad asistencial, haciendo a los sistemas de salud más eficientes y centrados en las personas.

 

Sofía Landi